PRIMEROS ALIMENTOS

Desde ya quiero que todos hagamos un ejercicio mental. Un ejercicio que parece fácil pero es un gran desafío. Imagínense su cocina. Ahora intenten imaginarla sacando todo aquello que está dentro de una lata, dentro de un paquete. Aquello que tiene más de un ingrediente en su etiqueta. Todo eso entra en la categoría de ultraprocesado. Eso no va.

El momento de comenzar la alimentación complementaria de los niños es un momento para aprovechar a que la familia resetee su forma de  alimentarse, que adquiera nuevos hábitos a la hora de comer, inclusive probar nuevos alimentos que tal vez estuvimos negando mucho tiempo.

Recordemos que los nutrientes ideales son aquellos que han sido intervenidos lo menos posible por la mano del hombre. Aquellos sin etiquetas. Los alimentos nobles, pura materia prima. Verduras, frutas, legumbres, carnes. Y no más.

¿Cómo es que vamos a elegir cómo comenzamos a comer? ¿Hacemos baby led weaning (BLW) o nos conviene empezar con papillas? La realidad es que esta es una decisión familiar, un poco como qué elegir cuando compramos un cochecito. La idea es que se pueda elegir siendo asesorados por nuestro pediatra en un ambiente tranquilo para saber todas nuestras opciones y las ventajas y desventajas de cada una. Elegir cómo vamos a alimentar informados y bien asesorados cambia muchísimo la experiencia de las primeras comidas.

Como regla general yo suelo recomendar que las primeras comidas sean al mediodía para evitar que si hay dolor de panza, este suceda de noche. Esto es algo común con las primeras comidas y más vale evitar los sustos. Sin embargo la primera regla de comer es hacerlo en familia, así que si nuestra familia está completa a la noche tal vez sea lo mejor que la cena sea lo que compartamos. La comida, el comer, es un acontecimiento social, así que el hacerlo en familia será la prioridad.

En cuanto a la elección de una primera comida, recomiendo comenzar por aquellas que sean naturalmente más dulces como la calabaza o la banana, que suelen ser recibidas con mayor entusiasmo. Pero lo que elijan estará bien. Pueden optar por darlo a cucharadas o permitir que sus hijos coman en trocitos manipulándolos ellos con sus propias manos según las recomendaciones de cortes para cada edad que propone el BLW. A medida que pasen los días podrán ir incorporando nuevas comidas y ampliando el repertorio, siempre buscando opciones aptas y saludables.

¿Y qué vajilla usar? Cualquier vajilla para niños está bien si deseamos usarla, pero también podríamos usar versiones pequeñas de nuestros cubiertos habituales. Con respecto a platos siempre están los platos para niños que pueden o no tener un compartimento térmico para mantener la comida calentita. Y si esa no es nuestra prioridad podemos intentar con platitos duraderos e irrompibles como los de latón o inclusive de madera bien limpios.

Cuando se empieza a comer, se empieza a tomar agua. Y le damos mucha importancia a esto último. Lo que se toma es agua. No jugos comprados ni naturales, ya que ambos poseen enormes cantidades de azúcares libres, las cuales se desaconsejan hasta por lo menos los 2 años. La recomendación nutricional actual es que en realidad no haya consumo de azúcares libres en ningún momento de la vida, no sólo por su potencialidad cariogénica sino que también por su vínculo con enfermedades cardíacas y la diabetes.

El agua puede estar a temperatura ambiente o un poco más fresca. Potable, siempre. Si es agua mineral, recordar consumir siempre la que es baja en sodio. ¿Y qué vasitos elegimos? Se puede elegir la misma mamadera, un vasito evolutivo, e inclusive si lo deseamos está bueno arrancar con un vaso de boca abierta similar al que usamos nosotros pero de materiales que no se rompan para evitar accidentes.

Disfrutar de las comidas en familia va a ser un recuerdo que quede para toda la vida. Alivianemos las preocupaciones y entreguémonos a esta tarea… ¡y tengamos cámara en mano para estas primeras aventuras en la mesa!

Dra. Maria Sol Cabezas Hurtado
Matricula Nro. 135.859